martes, 7 de julio de 2020

The blues brothers





A AT lo tengo que querer, porque lo vivido juntos se antepone ante todo, y es pensar en él y ganas de achucharlo en estos tiempos de codo con codo, porque le guardo el tacto de las buenas conversaciones sobre el mundo del deporte y por mostrarme la sala de máquinas de un entrenador, este último, un mundo que no me apasiona pero explicado por él me pone los oídos atentos, aunque si algo me legó sobre todo fue su sentido vital del humor, que aunque él no lo sepa fue bálsamo en un momento muy importante. He dicho importante porque no quise escribir jodido. Así que está invitado a este café, pero si hay que discutir se discute, y no hay por qué comulgar con lo de la globalización, porque me ha parecido entender de sus palabras que es el mejor invento y que por ella se revaloriza y se exporta al mundo lo autóctono y local. Así pues, Mariscal, El último de la fila, Loquillo, Montalbán o Bigas Luna. Y ahí ya me quedo a cuadros y me vengo, claro, a esta esquina a secarme las lágrimas, sin que me vea. Porque Mariscal pase, que quizá estuvo en el momento oportuno, Loquillo es puro resentimiento, del que me daría para otra entradita, (y aún a ratos ya ves), pero ¿El último, Montalbán o Bigas Luna? No entiendo nada, pero apuesto a que les sudaba la entrepierna la globalización lo mismo que a Pepe Rubianes o a Carmen Amaya. A la globalización le importa una mierda lo concreto y autóctono, y lo demás me parece que es una falacia. La globalización no es más que ese nuevo modelo de orden mundial que va cuajando desde hace muchos años y el resto es folklore barato para ellos y nada que preservar. A Montalbán especialmente, de quién me acuso de no haber leído prácticamente nada. Y qué pena, me lamento, porque me fui entreteniendo con otros, y éste, que es Barcelonés, (supongo que digo es, porque lo que queda escrito y por leer nunca muere, a sabiendas que esto va a sonar algo cursi) como yo, y del Raval de antes, ya ves. Así que no, que esta "ciudad de chancletas" (en palabras de Loquillo) y suflé postmoderno ecualiza a todos los barrios por igual en un parque temático con sus garitos cool donde solo sirven quiche de calabaza o ragú de nopollo con setas. Tanto AT como yo los vimos florecer uno por uno en Sant Antoni, el barrio, digo. Esa es la oferta de esta ciudad. Por eso cada vez más mis ganas de irme a Vilassar o cualquier pueblo mediterráneo “de Dalt”. Y así, por estar en deuda con Montalbán, he encontrado algunos escritos y entrevistas de las que me guardo una frase suya sobre el asunto en cuestión: “Si se entiende por globalización el buscar una palabra suave para reflejar lo que antes llamábamos imperialismo, ahí es otra cuestión”. Aunque a mí me gusta más: “Los dioses se han marchado. Nos queda la televisión”.

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