A AT lo tengo que querer, porque lo vivido
juntos se antepone ante todo, y es pensar en él y ganas de achucharlo en estos
tiempos de codo con codo, porque le guardo el tacto de las buenas
conversaciones sobre el mundo del deporte y por mostrarme la sala de máquinas
de un entrenador, este último, un mundo que no me apasiona pero explicado por
él me pone los oídos atentos, aunque si algo me legó sobre todo fue su sentido
vital del humor, que aunque él no lo sepa fue bálsamo en un momento muy
importante. He dicho importante porque no quise escribir jodido. Así que está
invitado a este café, pero si hay que discutir se discute, y no hay por qué
comulgar con lo de la globalización, porque me ha parecido entender de sus
palabras que es el mejor invento y que por ella se revaloriza y se exporta al
mundo lo autóctono y local. Así pues, Mariscal, El último de la fila, Loquillo,
Montalbán o Bigas Luna. Y ahí ya me quedo a cuadros y me vengo, claro, a esta
esquina a secarme las lágrimas, sin que me vea. Porque Mariscal pase, que quizá
estuvo en el momento oportuno, Loquillo es puro resentimiento, del que me daría
para otra entradita, (y aún a ratos ya ves), pero ¿El último, Montalbán o Bigas
Luna? No entiendo nada, pero apuesto a que les sudaba la entrepierna la
globalización lo mismo que a Pepe Rubianes o a Carmen Amaya. A la globalización
le importa una mierda lo concreto y autóctono, y lo demás me parece que es una
falacia. La globalización no es más que ese nuevo modelo de orden mundial que
va cuajando desde hace muchos años y el resto es folklore barato para ellos y
nada que preservar. A Montalbán especialmente, de quién me acuso de no haber
leído prácticamente nada. Y qué pena, me lamento, porque me fui entreteniendo
con otros, y éste, que es Barcelonés, (supongo que digo es, porque lo que queda
escrito y por leer nunca muere, a sabiendas que esto va a sonar algo cursi)
como yo, y del Raval de antes, ya ves. Así que no, que esta "ciudad de
chancletas" (en palabras de Loquillo) y suflé postmoderno ecualiza a todos
los barrios por igual en un parque temático con sus garitos cool donde solo
sirven quiche de calabaza o ragú de nopollo con setas. Tanto AT como yo los
vimos florecer uno por uno en Sant Antoni, el barrio, digo. Esa es la oferta de
esta ciudad. Por eso cada vez más mis ganas de irme a Vilassar o cualquier
pueblo mediterráneo “de Dalt”. Y así, por estar en deuda con Montalbán, he
encontrado algunos escritos y entrevistas de las que me guardo una frase suya
sobre el asunto en cuestión: “Si se entiende por globalización el buscar una
palabra suave para reflejar lo que antes llamábamos imperialismo, ahí es otra
cuestión”. Aunque a mí me gusta más: “Los dioses se han marchado. Nos queda la
televisión”.
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